sábado, 21 de mayo de 2016

Dafnis y Cloe (III) - GALERÍA: Dafnis y Cloe en la pintura (3). Marc Chagall (II)





(1)
La hermosura que en ti ves
no es producto de lo bello,
sino de que es con mis ojos
con los que tú te estás viendo.
(2)
La belleza que en ti sientes
no la sientes porque sí,
sino que de mí la obtienes
al yo hacértela sentir.
Miradas replicadas. Héctor Amado
.
.
Breve comentario sobre El Romance de Dafnis y Cloe

.....Poco a poco el romance va avanzando, a paso, eso sí, de transliteralidad irremediable. Imposible resumir lo irresumible: saldría otra cosa. ¿Cómo meter la tijera a una historia que es palabra por palabra —todas imprescindibles— adorablemente redonda? Estoy consiguiendo —creo— cuadrar el círculo; me explico: la obra original, novelada, está escrita en una prosa de alto contenido lírico (además de irónico en no pocas ocasiones), muy gráfica e ilustrativa (de ahí que los artistas plásticos hayan tenido en esta obra un caudal inagotable de imágenes —a destacar la impresionante y preciosista obra de Chagall); yo, en cambio, con mi romance, estoy consiguiendo lo contrario, a saber, realizar un poema descriptivo más que propiamente lírico (que lo es). Intento, eso sí, llenar de imágenes y alusiones, cuanto puedo, un texto ya de por sí imaginativo, y —también creo— el resultado es que, realizando un salto mortal hacia atrás y colocándome en la perspectiva del crítico, me está saliendo un trabajo, cuanto menos, voluntarioso (como en tantas otras ocasiones, voluntad no me falta). Lo siento, ni tan siquiera me he propuesto la más mínima labor de síntesis, más allá de la obligada adecuación del texto a la métrica y, ante todo y más complejo, a la rima asonante.

.....Llegados a este punto, puedo prometer y prometo (se ha vuelto a poner de moda la expresión adolfista) que el romance, al menos, abarcará el Libro Primero completo. Más allá, sólo los dioses —paganos— saben. Quién sabe si al final lo tomo como la obra de mi vida, digna, por poner un ejemplo, de figurar en una ficticia antología filo-robertobolañista como la de su desternillante La literatura nazi en América —aunque libre de alusiones nacionalsocialistas—; la reseña podría aventurarse tal que así: "Estrambótica y desmesurada obra con ínfulas poéticas, en el que su autor nos regala (o endosa, sería más propio) una innecesaria versión en romance de la espléndida e insuperable novelita temprano griega Daphnis y Cloe. Meritorio empeño este que consigue trasladar una obrita de poco más de cien páginas a un mamotreto de cinco mil versos [posiblemente más, al ritmo que va la burra]. Dios tenga en su gloria al autor (aunque no sé, no sé, si le compensará a Dios tenerlo en su gloria: imaginemos que se le ocurriera "romancear" la eternidad de su divina majestad...). Empeño voluntarioso, pues, totalmente prescindible sobre una obra, esta sí, imprescindible de la literatura universal." Algo de este tenor. 

.....En fin, espero que el humor aplicado sobre mí mismo, me descargue de asumir una responsabilidad más seria. Si no, el lector tiene la palabra, y tendrá todo el derecho del mundo a exigirme responsabilidades por maltratar de esta manera una deliciosa obra (espero que no sea para tanto, vaya). Lo dicho (el que avisa no es traidor): amenazo sin eximentes con terminar el Libro Primero, y no cierro la puerta a que el verso siga cabalgando sobre la prosa hasta finalizar los cuatro, es decir, hasta culminar completa la novelita. Que Dios me perdone (este sí, el moralista, que es el único con capacidad de perdonar los pecados, siendo el que los ha instaurado).



Las Pastorales de Dafnis y Cloe
(Romance a partir de la obra de Longo de Lesbos)

III

Libro I

3. Primavera (II): El despertar del amor en Dafnis

Entre tanto, aquel boyero,
que, salvador, acudiera
a la trampa desmentida
que de Dafnis fuera celda,
los vientos bebe por Cloe
hasta emborracharse de ella.
Por nombre tiene Dorcón
y de amor sabe las tretas:
zagal es al que la barba
la cara ya le sombrea.
Cuanto más la trata, más
se abrasa en su propia hoguera,
la que en su alma se aviva
cuando a Cloe tiene cerca.
Resolvió, para sus fines,
emplear como estrategia:
o el halago del regalo,
o el uso de la violencia.
A Dafnis regala, pues,
zampoña de cañas nuevas
ensambladas con latón
en vez de con blanda cera;
y una piel de cervatillo,
con albos topos impresa,
a Cloe, porque al llevarla
una bacante parezca.

Así creyó haber ganado
sus voluntades ingenuas,
obteniendo su confianza
con falaz estratagema.
Después, desatiende a Dafnis
mientras que en Cloe se centra:
diariamente algún quesillo,
una florida diadema
o frutillos sazonados,
zalamero, a ella le obsequia.
Y es su entrega tanta, tanto
su interés por lo que anhela,
que hay ocasiones en que,
cual a una diosa, le ofrenda
un becerro montaraz,
y bruñida copa argéntea,
y pajarillos cazados
en el nido con destreza.
Al artificio y malicia
de los galanes ajena,
por tanto regalo Cloe,
sin desconfianza, se alegra,
(y más por Dafnis, con quien
compartirá las prebendas).

Mas Amor también a Dafnis
le hace objeto de sus pruebas,
causando entre él y Dorcón
enconada competencia.
Móvil será la hermosura
de la singular contienda:
Cloe ha de dirimir
quién más agraciado sea
(remedando así aquel juicio
que suscitó una camuesa,
arrojada por Discordia
entre diosas altaneras).
Al vencedor no con poma
sancionará la sentencia,
sino, más sencillamente,
con un beso de la jueza.
Dorcón comienza primero
hablando de esta manera:

"Más esbelto soy que Dafnis,
más fornido, más atleta,
y blanco como la leche,
y más rubio que la siega;
me crió mi propia madre
no me amamantó una bestia;
valgo de boyero más
que quien cabras apacienta,
pues el buey, más que la cabra,
valioso se considera.
Este, en cambio, es chiquitín,
lampiño como doncella
y negro como un lobezno
de zaína pelambrera;
vive siempre entre el ganado,
expuesto a su pestilencia;
y es tan pobre que no puede
mantener a un perro apenas.
Que una cabra le dio leche,
eso es lo que se cuenta;
y, la verdad sea dicha,
de cabrito es su apariencia."

Así argumentó Dorcón.
Y así Dafnis le contesta:

"A mí me crió una cabra
y a Júpiter Amaltea,
a los dos en la penumbra 
de una protectora cueva;
mejores son que tus vacas
las cabras que me encomiendan,
y como no huele Pan
yo tampoco huelo a ellas;
para mi sustento bastan
queso blando, fruta fresca,
vino blanco y pan bazo,
que, sencillos, me alimentan,
manjares de campesinos
no de gentes opulentas;
soy lampiño como Baco
que a los sátiros enmienda,
y bruno como el jacinto,
preferible a la azucena.
Bermejo como los zorros,
a los chivos se asemeja
Dorcón, con su barba roja
que le crece rala y tiesa;
blanco como cortesana
que del astro rey reniega,
más entintada de luna
que de sol su pìel se muestra.
Y, juiciosa, mira bien
en la boca de quien besas:
pues, si a mí, en suaves labios;
y, si a él, en duras cerdas.
Y, por último, zagala,
ten presente, y bien recuerda,
que eres linda a pesar que
a ti te crió una oveja.



El juicio ya ha sido visto.
Tras escuchar las arengas,
Cloe va a dictaminar
el fallo de su sentencia:
ya movida del halago,
ya de lo mucho que anhela
besar en la boca a Dafnis,
se levanta y se la besa.
Beso es con poco arte
pero mucha trascendencia,
pues le prende el alma a Dafnis
como si fuese una tea.
Ya Dorcón huye afligido
en busca de triquiñuelas
para lograr el amor
que ahora, esquivo, se le niega.
Más que besado, mordido,
Dafnis, quedo, pareciera,
pues la cara, de repente,
un triste gesto refleja,
el pecho nota agitado,
y suspira con frecuencia,
y al mirar a Cloe siente
que el sonrojo le gobierna.

Como si antes ciego fuese,
maravillado contempla
por primera vez a Cloe,
y esto es lo que ahora observa:
sus largos cabellos rubios,
que del sol son una réplica;
sus ojos grandes y dulces,
tal que los de una becerra;
y una blancura de rostro
que la leche la quisiera...
Una nueva Cloe, en fin,
vista con mirada nueva.
Apenas prueba alimento,
pues de Cloe se alimenta;
apenas moja los labios,
pues en Cloe su alma abreva.
Taciturno permanece,
cuando antes locuaz era;
indolente, yace inmóvil,
cuando antes alma inquieta.
El ganado desatiende,
la flauta no le interesa,
y la palidez del rostro
semeja agostada hierba.
Sólo en presencia de Cloe
o cuando a Cloe recuerda
Dafnis vuelve a ser quien es,
o, quizás, a ser quien fuera.
A veces, en soliloquio,
de esta suerte se lamenta:

"¿Qué me hizo el beso de Cloe,
para que yo así me sienta?
Si sus labios más que rosas
suaves son, como de seda;
si más que un panal su boca
dulce es, como de yema.
¿Por qué más punzante el beso
que el aguijón de una abeja?
 He besado a mis cabritos 
y a los recentales de ella,
he besado a aquel becerro 
que Dorcón, cortés, le diera,
Pero este otro beso tiene
muy diferentes secuelas:
el aliento ahora me falta,
mi corazón gime y tiembla,
el alma se me derrite...
¡pero más besos desea!
¡Oh, victoria desgraciada!
¡Oh, misteriosa dolencia,
de la cual el nombre ignoro
y que es causa de mis penas!
¿Acaso Cloe veneno
antes de besar bebiera?
¿Por qué ella no ha muerto entonces?
¿Cómo es que ha quedado ilesa?
El ruiseñor canta alegre,
mas mi flauta se silencia;
rebrincan los cabritillos,
mas laxas están mis piernas;
habiendo flores no tejo
ni guirnaldas ni diademas;
la violeta y el jacinto
florecen, Dafnis se seca.
¿Será Dorcón más hermoso
que este Dafnis que así pena?

Así se quejaba Dafnis
al probar por vez primera
los tormentos que el Amor
ocasiona con sus flechas.




Entretanto ya Dorcón
ensaya una nueva treta:
en busca de Dryas va
y en la huerta se le encuentra;
plantando está rodrigones
para sostener las cepas
y estacas altas de pino
que el emparrado sostengan.
Le lleva curados quesos
y rica cuajada tierna,
regalos son que persiguen
dejarle franca la puerta...
Entabla conversación
como antiguo amigo que era,
compañero en las labores
del pastoreo en las dehesas,
hasta que llegan al punto
que a Dorcón más le interesa:
su casamiento con Cloe,
al que aspira y el que anhela.

Grandes dones le promete
de su rústica riqueza:
pareja yunta de bueyes
que al arado bien atiendan,
cincuenta sanos manzanos
y cuatro nuevas colmenas,
un cuero grande de buey
para confeccionar suelas
y cada año un buen becerro
recién ayuno de teta.
Halagado queda Dryas
por la generosa oferta,
tanto que a aprobar la boda
su propio interés le tienta.
Mas, pensándolo mejor
—por pensar en la doncella,
que más importante novio,
por más noble, se merezca;
y porque su decisión
tenga adversas consecuencias—,
perdonando el alboroque,
la proposición desecha.

Por segunda vez Dorcón,
defraudado, se lamenta.
Siendo los quesos sin fruto
y la esperanza devuelta,
resuelve darse a las malas
lo que no obtiene a las buenas.
Para ello traza un plan
que requiere a Cloe suelta,
libre de la compañía
que Dafnis siempre le presta,
aislada de los demás,
solitaria y sin defensa.
Notando que, al abrevar
junto el ganado, se alternan
(un día lo lleva Dafnis,
y al otro Cloe lo lleva),
trama, tramposo, el zagal
cazurra artimaña artera:
tomando la piel de un lobo
muerto por la aguda cuerna
de un toro que a la vacada
como paladín preserva,
sobre sus hombros la pone
de tal suerte que le sienta
como una segunda piel
que parece verdadera:
las patas del animal
cubrirán brazos y piernas,
y el hocico, como un casco,
le encajará en la cabeza.

Vedle cómo marcha ufano
(como esperpento de fiera)
a donde los dos rebaños
tras apacentarse, abrevan.
La fuente está en un barranco
que espeso matorral cela:
espinos, zarzas y enebros
son adustos centinelas
que bien pueden ser custodios
de un sagaz lobo de veras.
Allí se escondió Dorcón
al rececho de su presa
—una descuidada Cloe
a la que asustar intenta
con el mentido disfraz—
y así apoderarse de ella.



A poco, la ansiada Cloe
con el ganado se acerca
(Dafnis se quedó cortando
verde tallos, tiernas yemas,
para que los cabritillos,
se regalen cuando vuelvan).
Los fieles perros que son
de los rebaños defensa
siguen a Cloe y huelen
a Dorcón en la maleza;
creyéndole lobo ladran
y, ladrando, lo rodean,
y, antes que el mentido lobo
resurja de la sorpresa,
ya le muerden el pellejo
ya la carne le laceran;
al principio el ruin boyero,
pasmado por la vergüenza,
en silencio permanece
por no delatar quién era...
mientras, Cloe a Dafnis llama
porque venga a socorrerla.

En lo que viene, los perros,
de la piel ya han dado cuenta:
la del fementido lobo,
a pesar de lo muy gruesa;
y la del Dorcón fingido
toda vez ya descubierta.
Los canes, sin compasión,
no se sabe qué más muerdan,
si a Dorcón por no ser lobo,
o a Dorcón por sinvergüenza.
Grandes voces suplicantes,
ya el boyero manifiesta,
buscando amparo de Cloe
y de Dafnis asistencia.
Éstos ya los perros calman,
ya a Dorcón herido llevan
a la fuente donde lavan
sus corporales ofensas:
dentelladas en los muslos
en la espalda y en la testa,
además de los desgarros
que las zarzas le infligieran.
Ya corteza masticada
le ponen de verde olmeda,
ya diferentes emplastos
de muy convenientes hierbas;
remedios de campesinos
producto de la experiencia,
que si no sanan alivian
y si no alivian lo intentan.

Ignorantes ambos mozos
de artimañas tan arteras
que en asuntos amorosos
con frecuencia se despliegan,
como broma pastoril
de Dorcón vieron la empresa
cuyo infausto resultado
reveló ser broma seria.
Confortando al desgraciado
tras las sufridas afrentas,
de la mano lo conducen,
con palabras lo consuelan,
hasta que ya lo despiden
y él se va, mientras reniega.
A salvo de gran peligro
—que insólitamente llega,
no de la boca del lobo,
sino del perro— se aleja.
A lamerse las heridas
Dorcón se va como bestia.

No poco costó reunir
las cabras y la ovejas
que, asustadas por el cisco,
huyeron todas dispersas
(la piel del lobo mentido
y los ladridos aterran
al rebaño que, apacible,
busca sólo el agua fresca,
y no un peligro acechando
—aunque mentido y de pega—
escondido astutamente
en la frondosa ribera).
Hasta entrada bien la noche
Dafnis y Cloe se esfuerzan
en congregar el ganado
que despavorido huyera
escalando a los peñascos
o descendiendo a la arena
de la playa —que el vil lobo,
por guardarse, no frecuenta.

Pese a estar bien enseñadas
a acudir al oír la seña
—ya la voz, o la palmada
o ya la zampoña oyeran—,
el miedo, que del olvido
consejero es y albacea,
hizo que ni voz ni palma
ni silbo reconocieran.
Como a las liebres huidizas
hubo que seguir sus huellas,
rastrearlas y seguirlas
como en la caza se emplea.
Ya el rebaño en el aprisco,
ellos a dormir se aprestan,
lo que harán profundamente
tras la laboriosa brega.
Les libró del mal de amores
la fatiga que acarrean;
pero sólo aquella noche,
porque cuando ya despiertan
el padecimiento vuelve,
inclusive con más fuerza:
se alegran cuando se ven
cuando se separan penan,
el deseo les tortura
pero ignoran de qué sea,
sólo saben que perdidos,
aunque se encuentren, se encuentran:
él, por un ingenuo beso;
por un casto baño, ella.

(continuará)

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GALERÍA

DAFNIS Y CLOE

Marc Chagall
1887-1985

Serie Litográfica de Daphnis et Chloé (II)

.....Apunte biográfico/crítico. En 1956 el editor francés Teriade comisionó a Marc Chagall para ilustrar la antigua novela pastoral Daphnis et chloé. El artista pasaría los siguientes cinco años, de 1956 a 1961, realizando las 42 litografías en color de que consta la serie, y en las que se narra gráficamente varios decisivos pasajes de esta narración clásica. La realización de Daphnis et Chloé coincide con el segundo matrimonio del pintor, con Valentina (Vavia) Brodsky; es decir, en un momento de renovación vital, incluido un nuevo romance en su vida. Durante la luna de miel los recién casados viajaron a Grecia, donde visitaron Delfos, Atenas y Poros, donde el pintor se inspiraría para su obra.
.....Tanto técnica como estéticamente la serie de Daphnis et Cloé, de Chagall, es un rotundo éxito. Cada una de las impresionantes litografías en color fue impresa en 20-25 colores individuales. Desde un punto de vista técnico, emplear por separado 20-25 colores requiere una gran cantidad de paciencia y precisión. Desde un punto de vista estético, la incorporación de 20-25 vibrantes colores en cada litografía, inspira asombro y aporta vitalidad a cada obra.
.....La serie de litografías de Daphnis y Chloé, de Marc Chagall, es sobre todo conocida por el uso del color y por el romanticismo e imaginación de sus imágenes. Reconocido como un maestro del color, la impresionante habilidad de Chagall brilla especialmente en estas litografías de colores exquisitos. Como reflejo de su estilo pictórico y de su rica paleta de colores, la serie litográfica de Daphnis et Chloé esta considerada como una de sus series gráficas más importantes. 
(traducido del inglés de la web masterworksfineart)
...

.....Sobre la presente GALERÍA. Se incluirá la serie completa, es decir, las 42 litografías que Marc Chagall realizara para la edición de Teriade de Daphnis et Chloé; pero en dos formatos: en uno, con cada litografía se adjunta la leyenda correspondiente a su descripción correlativa en el relato, en una página —tal y como se presentan numeradas en la edición—; en el otro, la litografía, ya sin la leyenda, en alta resolución. El primer formato se ha incluido en el anterior post; el segundo formato es el que aquí se incluye. No he querido prescindir de ninguno de ellos porque, en el primer caso, se dispondrá de la utilísima leyenda que describe el momento del relato que la litografía muestra; y, en el segundo, se dispone de una copia en alta resolución de cada obra. Tampoco he querido reducir el tamaño de cada reproducción en alta resolución (cada imagen tiene un peso de 1 MB aproximadamente), y es por eso que no las incluya en un solo post, por no sobrecargarlo.

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Litografías

Cover (Portada)
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1. Lamon Discovers Daphnis
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2. Dryas Discovers Chloe
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3. The Dream of Lamon and Dryas
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4. Springtime in the Meadow
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5. The Wolf Trap
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6. Daphnis and Chloe at the Spring
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7.  Chloe
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8. Chloe's Judgement
.
9. Chloe's Kiss
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10. Dorcon's Strategy
.
11. Mid-Day in Summer
.
12. The Little Swallow
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13. The Death of Dorcon
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14. Daphnis and Cloe in the Nymphs Cave
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15. The Wine Harvest
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16. Phileta's Garden
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17. Phileta's Lesson in Love
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18. The Young Methymneans
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19. Chloe is Carried Off by the Methymneans
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20. Daphnis Dreams of the Nymphs Promise
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21. Captain Bryaxis Dreams of Pan's Warning
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22. Sacrifice to the Nymphs
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 23. Pan's Banquet
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24. The Sirinx Legend
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24. The Sirinx Legend
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26. Spring
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27. Daphnis and Lycenion
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28. The Echo
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29. Summer
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30. The Dead Dolphin and the Three Thousand Drachmas
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31. Daphnis and Chloe
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32. The Royal Garden
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33. The Altar of Dionysus
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 34.  The Trampled Flowers
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35. Daphnis and Gnathon
.
36. The Arrival of Dionysophanes
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37. Chloe is Dressed and Brided by Cleariste
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38. Megacles Recognizes His Daughter during the Feast
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39. The Wedding Feast in the Nymphs Grotto
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40. The Wedding Night
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