martes, 9 de agosto de 2016

(Conocer a) Joseph Conrad: Homo Duplex, de Jules Cashford (II) - GALERÍA: Montague Dawson (2)





La belleza de aquellos esbeltos clippers, aquellas goletas airosas, aquellas fragatas veloces, 
o aquellos galeones altivos, puede en cierto modo —en un cierto modo náutico—
compararse a la de una mujer; de hecho, para un marino, más si es el capitán de navío,
la nave se convierte en su verdadero amor: la trata, al menos, con tanto miramiento
y dedicación, pero también con no menor temor. En efecto, cree conocerla
—a la nave, a la mujer—, pero cada día descubre que es un misterio,
un misterio que quizá sólo es posible desentrañar con ayuda del mar,
de hecho lo intenta desde el mismo momento que inicia su relación con ella.
El hombre, la nave y el mar, puestos en relación, son una metáfora de la existencia.
Sobre la mar y su misterio. Héctor Amado


Conocer a Joseph Conrad (2)

.....En esta segunda entrega del ensayo de Jules Cashford sobre Joseph Conrad, su figura y su obra (la primera entrega, con apuntes biográficos del escritor, puede leerse en el anterior post), la autora se dedica a analizar su obra, y lo hace de lo más genérico —una división formal de sus periodos creativos, asignando a cada uno los libros en ellos escritos—, a lo más particular —su estilo y las claves formales y psicológicas que definen sus obras, sus temas principales, las intenciones de sus personajes y la manera de componer y armar, en fin, su narrativa.
.....Es una visión, no obstante, una perspectiva singular de esta estudiosa de Conrad, pero que nos puede ayudar a conocer y comprender la figura del escritor que amó el mar como pocos, y que sintió al ser humano, en su aventura de vivir, como menos aún. Esta singular visión nos sirve así mismo para establecer la nuestra propia, asintiendo o disintiendo de lo que Cashford dice en relación con nuestra propia lectura de las obras. Es decir, el enfoque analítico de esta estudiosa nos permite descubrir el nuestro a su luz. Explorar lo que otros han explorado para hallar facetas nuevas, descubrir nuevos tesoros, conquistar nuevos territorios del universo conradiano. Jules Cashford nos proporciona el método, el ejemplo, nosotros sólo debemos utilizarlo para plasmar nuestro propio sentimiento, nuestra unívoca impresión. 
.....Si alguien se presta a esta labor (aún más que Henry James, por seguir poniéndolos en relación) de análisis comparado y personal, ese es Joseph Conrad, puesto que su narrativa es tan personal, habla tanto a la intimidad del alma, en sus personajes, que hace posible esta múltiple lectura sin traicionar la verdad que en lo narrado navega al pairo de nuestro entendimiento. Uno se sentirá más o menos inmiscuido, más o menos identificado, más o menos intimado, con los personajes y los hechos que se narran, pero lo que no puede dejar de hacer es tomar partido, pero hacerlo, no por tal o cual personaje singular, sino sintiéndose implicado en las conductas que los diversos personajes muestran. Uno se convierte, así, en una especie de receptor polifacético, poliédrico, polivalente, siendo así, al mismo tiempo, Kurtz y Marlow (El Corazón de las tinieblas), Jim y Marlow (Lord Jim), Nostromo  y Decoud (Nostromo), Don Carlos y John Kemp —e incluso el sanchopancesco Tomás Castaño (El copartícipe secreto). Porque, en resumidas cuentas, cada hombre, cada mujer, es muchos/as, por más que se muestre como un solo individuo: multifacético reflejo diamantino de un único ser.
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Nota Biográfica: Jules Cashford

.....Jules Cashford estudió filosofía en la universidad de St. Andrews y realizó una investigación de post-grado en literatura en la de Cambridge. Posteriormente, mediante un a beca Carnegie, realizó un doctorado sobre la tragedia en las novelas de Joseph Conrad.
.....Fue supervisora de Tragedia en el Trinity College de Cambridge durante algunos años. Estudió psicología de la conciencia con Max Cade y dio conferencias sobre mitología en el Birkbeck College of Extramural Studies, de la Universidad de Londres, en un curso llamado Antes de Filosofía.
.....Se formó como analista junguiana con la Asociación de Analistas de Jung en Londres, y es miembro de la Asociación Internacional de Psicología Analítica. 
.....Es el autora The Moon: Myth and Image (Cassell Illustrated, 2003). Tradujo LOs Himnos Homéricos para Penguin Classics (2003). También fue co-autora, con Anne Baring, de The Myth of the Goddess: Evolution of an Image (Penguin 1993). Ha escrito, además, dos libros para niños: El mito de Isis y Osiris, y Teseo y el Minotauro (Barefoot y Shambala, 1992 y 1994). Así mismo ha contribuido en capítulos y artículos de varios libros, periódicos y revistas, incluyendo Joseph Campbell y el Mito del Grial, en John Matthews editorial, 1990; Homo Dúplex, un epílogo al libro El copartícipe secreto (The Secret Sharer), de Atalanta Ediciones, Girona, 2005; Imaginando la Eternidad: tejiendo bordados en el cielo (Ímagining Eternity: Weaving the heavens embroidered cloths), en El Cosmos y Psique, ed. Nicholas Campion, Floris Books, 2006. Su último libro en ver la luz ha sido El mito de Osiris, en Atalanta ediciones, Girona, 2010.
.....Con Kingfisher Art Productions hizo una película que explora el simbolismo del pintor del Renacimiento Jan van Eyck, llamada: El misterio de Jan van Eyck (disponible en DVD), que se exhibió en la exposición sobre van Eyck en el Kupferstich Kabinett en Dresde en 2005, ,y en 2008, en la Conferencia Arte y Psique en San Francisco. (kingfisherartproductions.com).
.....En la actualidad escribe, da conferencias y hace películas sobre Mito y literatura.



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Joseph Conrad: Homo Duplex
de Jules Cashford

Ensayo incluido como Epílogo en el libro El copartícipe secreto

II

.....La obra de Conrad se presta a una división en etapas, ya que al final experimenta un claro cambio y deriva, quizá de manera significativa, hacia una visión más afirmativa del mundo, así como hacia un declive estético. Su etapa más importante como escritor —en general hay acuerdo sobre esto— va de 1897 a 1911; comprende (las fechas corresponden a la primera publicación, a menudo por entregas): El negro del Narcissus (1897), Juventud (1898), El corazón de la tinieblas (1899), Lord Jim (1900), Tifón (1902), La Aventura (con Ford Madox Ford, 1903), Nostromo (1904), El espejo del mar (1906), El agente secreto (1907), El copartícipe secreto (1910), Bajo la mirada de Occidente (1911) y Una sonrisa de la fortuna (1911). El periodo 1911-1919 fue de transición: Crónica personal (1912) y luego Azar (publicado por entregas en el New York Herald en 1912, y en forma de libro en 1913, se convirtió en best-seller en Gran Bretaña y Estados Unidos). Luego vinieron Entre la tierra y el mar (1912), Victoria (1915), Entre las mareas (1915) y La línea de sombra (1916). Pero las novelas posteriores parecen haber perdido el genio creador de su obra temprana: La flecha de oro (1919), El rescate (1919), El hermano de la costa (1923) y La emoción (inacabado). Irónicamente, fue en esta última etapa cuando alcanzó el éxito de público
y cuando por fin se libró de la deuda que le había atormentado durante toda su vida. Visitó Estados Unidos y fascinó a su auditorio leyendo el pasaje de Victoria donde se relata la muerte de Lena, su heroína. Su acento polaco era todavía acusado, pero a Conrad le llegaron «audibles sollozos». En Inglaterra le fue ofrecido el título de sir, que rechazó cortésmente. Murió en 1924, y escogió los versos de Spenser que le habían servido de epígrafe para El hermano de la costa (relato sobre Peyrol, el hombre que vive y muere como marino) como epitafio para su tumba: 
.....«El sueño tras el trabajo, el puerto tras la tormenta, la paz tras la guerra, la muerte tras la vida, son especialmente gratos».

.....El prefacio de Conrad a su tercera novela, El negro del Narcissus (1897), ha quedado como el más explícito manifiesto sobre el arte novelístico. Dice en él: «la empresa que intento llevar a término mediante el poder de la palabra escrita es haceros oír, haceros sentir... sobre todo, haceros ver».  El propósito es «captar en un supremo esfuerzo, del torrente inexorable del tiempo, una fase transitoria de la vida», y «exponer el fragmento rescatado ante los ojos de todos, a la luz de un estado de ánimo sincero. Es mostrar su vibración, su color, su forma, y a través de su movimiento, de sui forma, de su color,  revelar la sustancia de su verdad, revelar su secreto inspirador: la tensión y la pasión que hay en el núcleo de cada instante convincente». El artista «habla a nuestra capacidad para el deleite y el asombro, al sentido del misterio que rodea nuestras vidas, a nuestro sentido de la piedad y de la belleza y del dolor, al sentimiento latente de confraternidad con toda la creación... y a la sutil pero invencible convicción de solidaridad en los sueños, en el gozo, en la tristeza, en las aspiraciones, en las ilusiones, en la esperanza, en el temor que une entre sí a los hombres, a los muertos con los vivos y a los vivos con los no nacidos».
.....Vemos aquí cómo Conrad atribuye un carácter claramente moral a su arte; porque el valor de la solidaridad —y lo que la fomenta o la destruye— es, junto a la lealtad, uno de los temas recurrentes en eus obra. Como los poetas románticos, atribuye a la imaginación el poder de inspirar esa simpatía hacia el otro que es fuente del sentimiento moral, dado que nos permite sentir como propia la realidad de las vidas de los otros. «La imaginación, no la inventiva, es la maestra suprema tanto del arte como de la vida... ¿Y qué es una novela sino una convicción de la existencia de nuestros semejantes lo bastante fuerte como para asumir la forma de una vida imaginada más clara que la realidad? (Crónica personal)».  Posteriormente, en Notas de vida y letras (1921), afirma que todos los libros, novelas que las musas deben amar, hacen un serio llamamiento a nuestra compasión.

.....El gran logro de Conrad consiste en haber logrado la transformación de su vida marinera en metáfora convincente de la existencia humana. el barco se convierte en un microcosmos del mundo humano, en una imagen de la humanidad navegando en el vasto océano de la vida, «flotando en un abismo y en contacto con la inmensidad». esta imagen está basada en el impresionante contraste —disparidad, incluso— entra la comunidad unida y bien iluminada del barco y los espacios infinitos que continuamente lo rodean, a menudo en medio de una oscuridad abrumadora. En la obra de Conrad, los valores centrales y las metáforas más repetidas tienen su origen aquí, en su experiencia vivida y meditada durante los larguísimos viajes que realizó en un periodo de más de veinte años.
.....En El negro del Narcissus, el «pequeño mundo» del barco es como «un fragmento separado de la tierra» o un «pequeño planeta [...] cargado de vida,alrededor del cual se unen  los abismos del mar y el cielo en una frontera inalcanzable». Su »peregrinación» les lleva a través de una gran soledad circular que se desplaza con ellos, siempre cambiante y siempre al misma, que parece vivir con las vidas de los marinos. Desde el punto de vista de Conrad, el viaje por la vida, tanto en tierra como en el mar, es también un or a la deriva en un mundo donde las marcas de situación pueden desaparecer en cualquier momento, donde traicioneros bancos de arena acechan bajo la superficie y los horizontes se desvanecen en la lejanía; es estar constantemente a merced de los vientos que te golpean, de los temporales que surgen de la nada y de las camas petrificantes que te inmovilizan, como si estuvieses viviendo un sueño. Peyrol, en El hermano de la costa, tiene la sensación de que «hombres más lúcidos que él habían sabido [...] que la vida era un sueño menos sólido que la imagen de Ceilán flotando sobre la mar como una nube.El sueño quedaba a popa. El sueño se alzaba a proa».


.....«Si un barco te falla, te falla el mundo entero» y, como en la vida, «nadie sabe exactamente cuánto cuidado sería suficiente»«Los barcos son eso; los hombres que van en ellos», dice Singleton con la autoridad del que es capaz de manejar el timón en medio de un temporal; y esos hombres, unidos por «la fraternidad del mar (El negro del Narcissus), dependen unos de otros en lo que atañe a la seguridad de sus vidas. En esta existencia precaria, la solidaridad de la tripulación —su lealtad mutua y al barco— puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Justamente porque el mar y la tierra son «desleales con sus hijos», y por eso dichos hijos tienen que aprender a ser leales a sí mismos y a los otros. «Los que me leen —dice Conrad,— conocen mi convicción de que el mundo, el mundo temporal, se basa en unas pocas ideas muy simples, tan simples que deben ser tan viejas como las montañas. Sobre todo se basa, entre otras, en la idea de lealtad» (Crónica personal).
.....Sin embargo los hombres, como los barcos, tienen una debilidad y como dice Marlow en Lord Jim, nadie está libre de ella: «De la debilidad desconocida, pero quizá sospechada —del mismo modo que, en algunas regiones del mundo, sospechas que hay una serpiente venenosa en cada arbusto—, de la debilidad que puede hallarse oculta, observando o no, temida o despreciada con valentía, reprimida o quizás ignorada durnate más de la mitad de la vida, ninguno de nosotros está a salvo». Jim, que saltó por la borda y abandonó el barco, era «uno de nosotros». Si Marlow le hubiese confiado la cubierta, no la habría tenido a salvo. Muchos otros personajes de Conrad saltan también, o se caen, o bucean, o simplemente sus ordenadas vidas se desintegran a menudo por un acto impulsivo de deserción o de traición —Almayer en La locura de Almayer, Wilens en Un paria de las islas, Kurtz en El corazón de las tinieblas, el capitán Walley en Con la soga al cuello, Nostromo y Decoud en Nostromo, Leggatt en El copartícipe secreto, Razumov en Bajo la mirada de Occidente, Heyst en Victoria—, pero al hacerlo entran en el universo moral. Sus actos irrevocables, que hacen que se descubran a sí mismos, les lanzan a un viaje de autoconocimiento, a un viaje en que las verdades del corazón se vuelven transparentes. Saltan por la borda, por así decir, pero se vuelven significativos, náufragos en el abismo de sí mismos.
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.....Un poema de Pablo Neruda plasma este sentimiento de Conrad:

..........Como un naufragio hacia adentro nos morimos,
..........como ahogarnos en el corazón,
..........como irnos cayendo desde la piel del alma.

.....Y también un poema de Juan Ramón Jiménez:

..........¡Siento que el barco mío
..........ha tropezado, allá en el fondo,
..........con algo grande!
..........¡Y nada
..........sucede! Nada... Quietud... Olas...
..........¿Nada sucede, o es que ha sucedido todo,
..........y estamos ya, tranquilos, en lo nuevo?

.....En Conrad los valores de lealtad y solidaridad —no sólo con quienes participan en una empresa, sino también con «la verdad en ti y en otros»— no cuentan hasta que no son puestos a prueba. Muchos de sus relatos están concebidos como viajes iniciáticos, en los que la ida —de Bombay a casa, de Bruselas a África, o simplemente «de regreso»— traza un movimiento interior de autodescubrimiento que recorre progresivos estados de conciencia. El punto de partida de cualquier viaje es un estado todavía no probado de expectación o ilusión. Al inicio de sus viajes los protagonistas se desconocen a sí mismos y desconocen el mundo circundante de la naturaleza, que acaban descubriendo que existe también, de modo inexplicable, tanto fuera como dentro de ellos. El narrador de Juventud se recuerda a sí mismo como viviendo «su vida juvenil en la ignorancia y la esperanza», en uno de esos «viajes que parecen prescritos para la ilustración de la vida. y que podrían tomarse como símbolo de la existencia». Marlow, en El corazón de las tinieblas, describe el lugar en el conoce a Kurtz como «el punto de navegación más lejano y culminante de mi experiencia». El capitán-narrador de El copartícipe secreto es consciente de que «lo que más sentía era ser un extraño en el barco; y si hay que decir toda la verdad, en cierto modo era también un extraño para mí mismo [...] me preguntaba hasta qué punto yo estaría a la altura de esa noción ideal de la propia personalidad que cada cual se atribuye secretamente a sí mismo». De manera parecida, el capitán-narrador de La línea de sombra, todavía en «la clorosis de la primera juventud», dice de su yo más joven: «Mi educación estaba lejos de haber concluido, aunque no lo sabía». Estos viajes adoptan la forma de un abandono gradual de ilusiones, de falsas suposiciones sobre el yo y el mundo. Enfrentados a la insuficiencia de las viejas categorías, tienen que luchar para aceptar en su lugar la verdad de sus propios sentimientos, generalmente sumidos en una total perplejidad.

.....Conrad coloca a sus protagonistas más allá de los límites de la vida, en situaciones inimaginablemente extremas que determinan y revelan el carácter de éstos. La prueba de «la auténtica fibra» de una persona acontece en el aislamiento, en la selva, en el mar, en la nieve, en una tormenta, en la calma, en la oscuridad, el silencio o el vacío, en la total ausencia de sensaciones. Enfrentados a su propia soledad, y sin los signos y presiones sutiles del mundo exterior, tienen que obrar conforme a sus impulsos más profundos, que revelan «la verdad secreta de sus pretensiones», la calidad de su «fuerza innata». Es cuando todo gobierno proviene del interior cuando se revela la naturaleza moral de una persona. 
.....En Lord Jim, al protagonista le llega su momento de prueba en la oscuridad. Después de saltar a un pozo, a un agujero interminablemente profundo y aterrizar en el bote, el silencio se cierra sobre él. «Un silencio del mar, del cielo, fundidos en una inmensidad indefinida y quieta como la muerte alrededor de estas vidas salvadas y palpitantes». Entonces se siente aniquilado, casi asfixiado por la oscuridad: «Todo era negro... no había nada que ver ni oír. Ni un brillo, ni una forma, ni un ruido... Las luces habían desaparecido... Éramos como hombres encerrados en una tumba espaciosa. Ninguna relación con nada de tierra. Nadie que diera una opinión. Nada importaba». Si hubiera visto una luz, dice, se habría echado para atrás. Marlow pregunta a quienes le estaban escuchando: «¿Sabéis vosotros qué habríais hecho?». Quien no haya experimentado la pérdida de su realidad no puede estar seguro.. En El corazón de las tieniblas, preparando a sus oyentes para enfrentarse a la espantosa realidad de Kurtz, Marlow les advierte: «Aquí estáis, cada uno anclado en dos buenas direcciones como un casco con dos anclas, un carnicero a la vuelta de una esquina y un policía a la vuelta de la otra, con excelente apetito los dos, y temperatura normal...». En Un paria de las islas, primera reelaboración de sus experiencias en el Congo, Conrad consigna esta idea con más claridad: «Pocos hombres se dan cuenta de que su vida, la esencia misma de su carácter, de sus aptitudes y sus momentos de audacia, sólo son expresión de su fe en la seguridad de su entorno». 

....El espantoso encuentro de Jim consigo mismo en el instante de saltar le muestra al extraño que hay dentro de él, alguien a quien no conoce y que, en el imaginario subyacente a la novela, es más parecido a un escarabajo que a una mariposa; alguien cuya existencia ni siquiera podía imaginar y que sólo quería sobrevivir. Pero a Conrad no le preocupa sólo quién es ese extraño o qué ha hecho, sino también cómo el que era antes se relaciona con él. La continuación del viaje de Jim —su segundo desafío— consiste en reconocer su culpabilidad moral a pesar de «la atracción del abismo», como dice Marlow. Marlow apela al romántico alemán Stein para el «caso» de Jim, que se convierte en el universal «¿Cómo ser?». Stein, hablando ambiguamente, desde las sombras, sólo puede aconsejarle que «siga el sueño usque ad finem»:
.....«Al nacer, el hombre cae en un sueño como quien cae en el mar. Si trata de salir a la superficie, como la gente inexperta se esfuerza en hacer, se ahoga, nicht wahr... [...] ¡No! ¡Se lo aseguro! Hay que someterse al elemento destructivo y, con el esfuerzo de tus manos y tus pies en el agua, hacer que el mar profundo, profundo, te impulse hacia arriba» (Lord Jim).
.....Pero las brumas del sueño también persiguen a Conrad y Marlow tiene que confesar que estaba destinado a no ver nunca claramente a Jim. En Bajo la mirada de Occidente y El copartícipe secreto, Conrad explora nuevos caminos para integrar al extraño interior.

.....En Bajo la mirada de Occidente, el «inmenso linaje» de Razumov es la «enorme extensión» y la «blancura uniforme» de la Rusia nevada, y vive solo en el mundo, como un hombre nadando en alta mar». Cuando Haldin, compañero de estudios, pide de repente a Razumov que le esconda de la policía, Razumov exclama: «Yo quiero guiar mi conducta por convicciones razonables, pero ¿qué seguridad tengo yo ante algo, ante un horror destructivo que se me viene encima mientras estoy aquí sentado?». No «decide» traicionar a Haldin, «simplemente descubrió lo que siempre había querido hacer», y ese descubrimiento tiene lugar en el transcurso de su paseo nocturno «bajo la suntuosa inmensidad del cielo», con la nieve «igualándolo todo con fragmentos de uniforme blancura». El paisaje hace palpable la verdad de su disculpa a Haldin —«no tiene nada en contra de lo que pensar»—, y éste comprende que rindiéndose a esa «inercia» primordial convierte el paisaje exterior en interior: «Todo había desaparecido. Su existencia era un frío espacio en blanco, algo así como la inmensa llanura de Rusia nivelada por la nieve, que funde todos los contornos en sombras y nieblas». El imaginario da un significado preciso al comentario del narrador de que «la falsedad se halla profundamente alojada en en las necesidades de la existencia». El siguiente viaje de Razumov consiste en transformar esa falsedad en una especie de verdad.

.....En Nostromo, la novela sudamericana de Conrad, el doctor Monygham, también culpable de traición, cita como el elemento más peligroso «el opresivo y paralizante sentimiento de pequeñez humana, que es lo que realmente derrota al hombre que lucha contra las fuerzas de la naturaleza, solo, lejos de la vista de sus semejantes». En la misma novela Decoud muere de soledad, a causa de la falta de fe en sí mismo y en los demás. Era costaguano«el tipo de criollo español» que, por haber vivido mucho tiempo en París, era hijo adoptivo de la Europa occidental», circunstancia que «le había vuelto ciego a los impulsos genuinos de su propia naturaleza». Dejado en la isla de Gran Isabel para que guardase el tesoro de la mina durante la revolución pasa su primer día de absoluto silencio. Pero «la soledad de la mera condición externa de la existencia se convierte rápidamente en un estado del alma en el cual las afectaciones de la ironía y el escepticismo están fuera de lugar»; ese estado «conduce el pensamiento al exilio de la total incredulidad», y la individualidad de Decoud se funde en el mundo de las nubes y el agua. Perdida la realidad de las acciones pasadas y por venir, «ve el universo como una sucesión de imágenes incomprensibles», la soledad «como un gran vacío», y el silencio transformado en una «fina cuerda tensada a la que estaba unido... con su vida, su vida vana, suspendida de ella como un peso». Si la cuerda de silencio pudiera al menos dejarle caer para hundirse en el mar, piensa, todo podría terminar. Así que, como un sonámbulo, se lastra con cuatro lingotes de plata, rema en su bote hacia el sol poniente y aprieta el gatillo. El narrador observa: «Desapareció sin dejar rastro, engullido por la inmensa indiferencia de las cosas». Su muerte deja a Nostromo sin testigo de su traición instintiva: «Debo hacerme rico muy despacio, meditó en voz alta».

,,,,,La visión conradiana de la «infinita pequeñez» del género humano es tan acusada que a veces parece que sea la profunda indiferencia de las cosas —imaginada como oscuridad, como desierto, como mar, como nieve— la que socava el propósito de sus personajes de ser reales, e incluso su propia voluntad de existir. En El corazón de las tinieblas, cuando Marlow describe la relación de Kurtz con la selva, habla de ella como si se tratase de un agente vivo: «Lo había acariciado..., lo había tomado, lo había amado y abrazado, se había introducido en sus venas, había consumido su carne, había unido el alma de él a la suya». En Tifón, la misma tormenta lanza un hechizo: El hechizo de la tormenta había caído sobre Jukes: Lo había invadido, lo había absorbido; «Jukes había echado raíces en él con la rigidez de la muda atención». Los personajes de Conrad no pueden confiar en que un universo que es ético les salve de sí mismos. Como escribe a su buen amigo R. B. Cunningham Graham: «No hay moral ni conocimiento, ni esperanza; sólo hay la conciencia de nosotros mismos, que nos empuja a un mundo que, tanto si lo vemos en un espejo cóncavo como en uno convexo, es siempre vana y fugaz apariencia».
.....En Crónica personal, Conrad reflexiona sobre este asunto:
.....«La concepción ética del universo nos sume finalmente en tantas contradicciones crueles y absurdas —en las que los últimos vestigios de fe, de esperanza, de caridad e incluso de razón parecen a punto de desaparecer—, que he llegado a sospechar que la meta de la creación no puede ser en absoluto ética. Creo vehementemente que que su objetivo es el mero espectáculo: un espectáculo para el temor, el amor, la adoración o el odio, si se quiere, pero sólo con ese objetivo... ¡nunca para la desesperación! Esas visiones, deliciosas o patéticas, son un fin moral en sí mismas... Y puede que la tarea que se nos ha asignado en este mundo sea la de prestar atención perpetua y desinteresada a cada fase del universo viviente tal y como se refleja en nuestra conciencia. Tarea en la que el destino quizá no ha empeñado nada de nosotros excepto nuestra conciencia, dotada de voz para prestar testimonio fiel del prodigio visible... del sublime espectáculo».

.....Así que, cómo es posible conservar la fe en el mundo humano y en la humanidad del yo? ¿Cómo debe «ser» uno en la soledad de las tinieblas y en la inconsistencia del sueño? Conrad dice, utilizando una evocadora imagen, que ha encontrado en sí mismo «la tentación de soltar el remo». A lo largo de toda su obra de ficción, el hombre que gobierna la nave en la tormenta, que sujeta con firmeza el timón a pesar de todas las provocaciones, que boga, que tiene algo que hacer, es quien mejor puede sobrevivir a las catástrofes de la vida y encarnar la virtud de la solidaridad, ya se aen Singleton, el timonel malayo de Lord Jim, o el capitán-narrador de las últimas páginas de La línea de sombra. Singleton encarna el modelo de patrón, y su inolvidable imagen, de pie, inmóvil, al timón, «gobernando la nave en medio del tumulto y el fragor de las olas», es celebrada en el siguiente escueto comentario: «Gobernaba el barco con cuidado» (El negro del Narcissus). Singleton dirige el barco, aunque sin poder ver el destino final ni dejarse turbar por cuál sea ese destino. En este sentido, la acción es a la vez consoladora y protectora: cuando la tripulación del Narcissus lucha contra la tormenta, la cubierta a la que se agarran tiene una solidez que resiste una «enorme ola espumante... como una muralla de vidrio verde coronada de nieve». Sin embargo, antes de la muerte de Wait, durante una prolongada calma en la que se reflejan y proyectan las dudas y el agotamiento de la tripulación, el barco se sume en un estado en el que «nada en él era real, nada era claro y sólido, sino todo sombras densas que llenaban sus profundidades con incesante y silenciosa agitación». El movimiento del relato, desde el aislamiento de la solidaridad hasta una separación punzante y definitiva, hace pensar en la superación de una prueba. De vuelta en tierra «el oscuro grupo delos marineros se amontonó al sol».

.....Así mismo, en Tifón, su otro relato de tormenta, cada vez que el primer oficial, Jukers, se encierra en sí mismo, siente de la manera más violenta «la fuerza del huracán, que hacía inútil cualquier idea de acción». Pero cuando, respondiendo instintivamente a las órdenes del capitán, baja ala bodega a sofocar el pánico de los chinos, le parece que en «su loca lucha allí abajo en cierto modo había vencido al viento». Esta experiencia se reproduce en Routt, el jefe de máquinas, que acusa a la «gente de cubierta» de «fracasar por falta de algo que hacer». El capitán McWhirr, que sólo es «fiel a los hechos que su conciencia refleja» y tiene «la imaginación suficiente para que le guíe día a día, y nada más»., se salva milagrosamaente de la desmoralización, en el apogeo del tifón, al encontrar una toalla en el sitio adecuado de su camarote. Al final, Jukes comenta: «Creo que ha salido muy bien parado, para lo estúpido que es».
.....En Nostromo, cuando Nostromo y Decoud van en su pequeño bote con el tesoro, en plena oscuridad del golfo, el primero rema resueltamente, mientras Decoud, sin nada que hacer, ve sus pasados sentimientos como «el más loco de los sueños». Como Nostromo ha perdido su reputación —la que gobernaba sus acciones—, su vida anterior le parece como «un prometedor sueño que acaba de repente». El comentario irónico del narrador sobre el destino de Decoud define un principio dominante en la obra de Conrad: «Sólo en nuestra actividad encontramos la ilusión capaz de sostener una existencia independiente frente al plan total de las cosas, del que somos una parte inerme».
.....En La linea de sombra, como en Juventud, El corazón de las tinieblas, Lord Jim y El copartícipe secreto, la dualidad de la narración —el narrador cuenta un episodio de su propia juventud— brinda a Conrad la posibilidad de presentar dos marcos de referencia, dos puntos de vista. Así, en La línea de sombra, la confianza inicial del capitán-narrador, cuyas «fuertes y curtidas manos agarrando los radios del timón destacaban iluminadas en la oscuridad como un símbolo de la reivindicación de la humanidad para dirigir su propio destino», se vuelve paródica retrospectivamente, cuando más tarde se describe a sí mismo llevando a su propio barco a puerto con una tripulación exhausta  y sin más dominio sobre su destino que el que permite su determinación. Aun así, el gobierno del barco proporciona en todos los casos una alegría asombrosamente literal de «sujetar» la existencia, que en la obra de Conrad es la forma de referirse a la estabilidad ontológica del ser humano. Esta idea subyace también a un incidente que sirve de prólogo al viaje del Narcissus, cuando Singleton responde a un súbito golpe de viento frenando el barco con una violenta sacudida de su cuerpo: «¡Aguanta!, le gruñó desde la densa maraña de su barba blanca».
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(continuará)



GALERÍA



Montague Dawson 
1890-1973

.....Nada más apropiado para acompañar, ilustrando, estos posts sobre la figura y la obra de Joseph Conrad que una manifestación artística sobre la actividad que fue su gran vocación, por no decir devoción: el mar, y su mezcla de misterio y aventura, su carácter de medio en el que el hombre, fuera del ámbito que le es más propio y propicio, se enfrenta a sí mismo, como un Titán desafiando los elementos, pretendiendo el gobierno de lo azul —el del mar y el del cielo. Es por ello que me he decidido por quien de mejor forma ha sabido recrear lo marino, lo náutico, lo aventurero y lo romántico en el lienzo: Montague Dawson. Creo, sinceramente, que el gran escritor polaco-británico se hubiese sentido satisfecho por esta elección. 
.....Reconocido unánimemente en los ambientes artísticos, tanto críticos como populares, como el mejor pintor de marinas del siglo XX, Montague Dawson sobresale sobre todo por su asombrosa fidelidad detallista del natural, a la que aporta una gran fuerza expresiva y un espíritu (sí, espíritu) decididamente romántico, logrando con cada trabajo trascender la mera imitación de la realidad para contarnos una historia (la de un buque en concreto o la de una acción de éste en el mar)

.....El ámbito de la marina es amplio, y Dawson lo enfoca ante todo en la relación del hombre con el mar: la náutica, y, dentro de ésta, una de sus expresiones más espectaculares: la reproducción de airosas goletas de tres mátiles, clippers, —de la que tiene una ingente cantidad de obras—, galeones y fragatas; sin olvidar las reproducciones más modernas referentes a las armadas de EEUU y Gran Bretaña ante todo, y ocasionalmente diversos hechos bélicos de ambas grandes guerras mundiales —a las que asistió en su calidad de registrador gráfico de los acontecimientos. Siempre, en todo caso, con el mar como protagonista, un cambiante y proceloso mar en plano de igualdad, representativa y emocional, con la obra del hombre por dominarlo. Sí, porque en sus cuadros tan protagonista es el mar como el barco, o, en su caso, la acción que se muestra en el cuadro. Un mar furibundo la mayoría de las veces, con lo que pone en valor el coraje del hombre, pero otras, las menos, calmado mientras la luna se alza sobre la silueta arbórea y alada de la nave y se refleja en las suaves ondas. El mar en todos sus colores y tonalidades, nunca el mismo —en esto es verídicamente reincidente—, siempre con matices que expresan ese algo de eterno e infinito que conlleva la inmensidad de su imparable movimiento, ese mar que asimilamos al mismo pensamiento, nunca quieto, siempre activo.

.....En el presente, como en el anterior y el siguiente post, me limito a la extensa obra que tan bien reprodujera Dawson sobre el arte de la navegación en su edad quizá más dorada, por romántica: el siglo XIX, con sus rápidos veleros que competían entre sí para acercar los continentes (Europa, Asía, América, África, Oceanía) en sus transacciones comerciales o en su labor de hegemónica vigilancia de los mares (originarias fragatas). Pero también algunas escenas bélicas, con sus pesados y armados galeones (Trafalgar), un homenaje al Mayflower que llevó al germen de la comunidad sajona al más nuevo continente, algunas escenas de regatas, e incluso un cuadro sobre una nave dedicada al transporte de legiones romanas.
.....He logrado reunir más de 250 obras —hay muchas más—, que son una buena selección de este impresionante y bello trabajo artístico en el que lo evocador no es menos importante que lo estético. Las distribuiré entre los tres posts. De una quinta parte de las obras compiladas no sé o no he encontrado el título; poco se pierde (quizá algo de significación), ya que la sola belleza de las imágenes hacen poco menos que prescindible este hecho.
.....Por último, recomiendo ampliar las imágenes (haciendo click en el botón derecho para abrir enlace en pestaña nueva) para poder disfrutar con más detalle de la belleza que ofrecen.
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MARINAS
GOLETAS, CLIPPERS, GALEONES
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Montague Dawson - Sunflecked Foam
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Montague Dawson - Sunset At Sea
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Montague Dawson - Sunset Glow
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Montague Dawson - Surging Forward, The Clipper Silver Eagle
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Montague Dawson - Swinging Along, The Clipper Ship The Racer
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Montague Dawson - The Aberdeen Clipper, The Star oF Peace
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Montague Dawson - The Abner Coburn. Fair Weather
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Montague Dawson - The Action Between H.M.S. Shannon And The U.S.S. Chesapeake,
1st June 1813
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Montague Dawson - The Ann McKim leaving Foochow for Hom
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Montague Dawson - The Arrival, The Thetis
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Montague Dawson - The Baltimore Flyer
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Montague Dawson - The Battle Between H.M.S. Nottingham And The French Ship Mars
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Montague Dawson - The Black Ball Packet Albion
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Montague Dawson - The Blackwall frigate (Alfred)
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Montague Dawson - The Blackwall Frigate Walmer Castle
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Montague Dawson - The Blue Pacific - The China composite clipper Shun Lee
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Montague Dawson - The Breaking Waves
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Montague Dawson - The Brilliant Privateer USS Rattlesnake
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 Montague Dawson - The Captain Slocum- Spray
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Montague Dawson - The Charles B. Lunt
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Montague Dawson - The Chasseur In Action
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Montague Dawson - The Clipper 'LIGHTNING' Built by Donald Mackay
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Montague Dawson - The Clipper Ship Cutty Sark
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Montague Dawson - The Cold White Barque
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Montague Dawson - The Crescent Moon
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Montague Dawson - Montague Dawson - The Cutty Sark
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Montague Dawson - The Derwent
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Montague Dawson - The Crest Of A Wave
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Montague Dawson - The Early Morning Watch
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Montague Dawson - The Escaping Smuggler
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Montague Dawson - The Fleet Messenger
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Montague Dawson - The Fleet Messenger (2)
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Montague Dawson - The Flying Cloud
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Montague Dawson - The Gallant Clipper The Torrens
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Montague Dawson - The Gallant Privater The U.S.S. Rattlesnake
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Montague Dawson - The Gallant Sir Lancelot In Light Winds
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Montague Dawson - The Glittering Highway - The Southern Cross
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Montague Dawson - The Gallant Mayflower.
Montague Dawson - The Glorious American - The Constitution
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Montague Dawson - The Glory Of The Seas
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Montague Dawson - The Glory Of The Seas
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Montague Dawson - The Glory Of The Seas
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Montague Dawson - The Golden Pathway-Clipper Asterion
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Montague Dawson - The Grace Ross Slashing Foam
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Montague Dawson - The Liberation Of Greece; H.M.S. Ajax
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Montague Dawson - The Lofty Clipper, Clan Macfarlane
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Montague Dawson - The Maitland, A China Tea Clipper
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Montague Dawson - The Marco Polo
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Montague Dawson - The Mayflower Becalmed on a Moonlit Night
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Montague Dawson - The Mayflower
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Montague Dawson - The Moonlit Way, The Golden Fleece
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Montague Dawson - The New Englander -- The Forest Queen of Boston
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Montague Dawson - The New York Clipper Ship Prima Donna
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Montague Dawson - The Oberon
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Montague Dawson - The Old White Barque
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Montague Dawson - The Old Windjammer - An Ageing Beauty Running Down The Coast
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Montague Dawson - The Open Sea
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Montague Dawson - The Orange Schooner
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Montague Dawson - The Pacific Combers on the Open Seas
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Montague Dawson - The Pagoda Anchorage
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Montague Dawson - The Pioneer - The Nonsuch
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Montague Dawson - The Pirates' Cove
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Montague Dawson - The Pirates' Cove
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Montague Dawson - TheProud Ship
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Montague Dawson - The Queens Galleon Elizabeth
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Montague Dawson - The Rising Moon-The Golden Fleece
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Montague Dawson - The Royal Charles On Sunlit Waters
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Montague Dawson - The Ship Lightening Making Landfall In Summer Weather
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Montague Dawson - The Silver Moon - The Morayshire
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Montague Dawson - The Southern Cross (at starry night)
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Montague Dawson - The Southern Cross
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Montague Dawson - The Sweep Stakers Driving Hard
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Montague Dawson - Thermopylae
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Montague Dawson - Thundering Along - Landfall Off The Lizard
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Montague Dawson - Timaru, A New Zealand Clipper
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Montague Dawson - Tumbling Foam - Phantom of Boston
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Montague Dawson - Tumbling Seas- Arabia Of Boston
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Montague Dawson - Twilight Shadows
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Montague Dawson - Under Sail
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Montague Dawson - Trafalgar, Victory at noon, H.M.S Victory breaking the enemy line
and L26 raking the French flagship
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Montague Dawson - Treasure Island (Cocos)
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Montague Dawson - United States Clipper 'WINONA'
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Montague Dawson - Winged Racer
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Montague Dawson - Young America
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